Santiago. Alfonso XII 29

Arquitectura antigua. Dimensión pequeña. Cuidadores: Jacinto Muñoz e Iluminada Zafra. Participó en el concurso en 2022 por 8ª vez desde 1913. Máximo premio: Patio Especial en 2022

A lunes, 30 de enero del 2023, por A. P.

Con estructura clásica, aroma antiguo y lifting arquitectónico contemporáneo, Alfonso XII 29  es reclamo de miradas para todo aquel que observa ese espacio con el que linda con el que fue -antes de la desamortización del XIX- Hospital de San Bartolomé y que ahora es una plaza que lleva el nombre del santo. Colgado en un zaguán que mantiene los originales azulejos en tonos verdes al más puro estilo andaluz, un heráldico cordobán de cuero revela que en esa casa habitan los Muñoz Zafra; y, a escasos metros, en el patio, un cuadro de Nuestra Señora de la Antigua, patrona de Hinojosa del Duque, habla de los orígenes de Jacinto, quien nació en esa localidad de Los Pedroches y se mudó a Córdoba con tan sólo tres años junto a sus padres, Bernardo Muñoz y Guadalupe Barbarroja.

Fue Bernardo quien, recién iniciada la pasada década de los 70, compró el inmueble, que junto al actual Alfonso XII 31 formaban una única casa y en el que había una zapatería. Fue también él quien lo reformó con sus propias manos gracias a su trabajo como oficial de primera de albañilería, respetando las vigas de madera y un suelo antiquísimo por el que –en épocas de reforma- han tenido más de una oferta de compra, y descubriendo otros elementos que habían cubierto obras anteriores.

Alfonso XII 29 / Foto: Chencho Martínez

“Comencé a picar y aparecieron unos arcos que estaban tapados y columnas desaparecidas con bóvedas que igual son hasta romanas”, detalla Jacinto, quien no olvida reseñar que, además, su padre sustituyó un frágil tejado original compuesto por cañizo, arena y carboncillo, que se inspiró en los azulejos del zaguán para colocar en el interior otros -también en relieve- con aspecto psicodélico y que le dio mayor amplitud al patio, un recinto al que Iluminada le gusta llenar de “plantas raras y extrañas, de esas que son difíciles de conseguir; eso sí, criadas en macetas sin pintar, porque me gusta que conserven el color natural del barro”. “Es curioso, todo el que nos visita –añade Jacinto- nos dice que la casa huele a jazmín, a azahar, y es que tenemos muchas plantas aromáticas, como manzanilla, curri, menta o poleo”. Para él, su gran frustración floral es no haber conseguido que en el recinto cuajara la dama de noche, a pesar de haberlo intentado en repetidas ocasiones. “Cada planta tiene su rincón; la ubicas y, si se adapta, no la cambies, porque si no se siente a gusto se marchita y se muere”, añade ella.

Aunque Iluminada confiesa que le apasionan ese tipo de plantas –sobre todo, los cactus, los farolillos chinos y, en especial, un rododendro que llena de color la vista-, es consciente de que en su particular vergel no pueden faltar gitanillas, geranios y pilistras. “Es lo típico de un patio”, insiste esta mujer nacida en Melilla, de madre melillense y padre cordobés que siempre vivió en una casa con patio. “Jacinto y yo nos hemos criado juntos en una de ellas, en la Huerta de la Reina, siempre digo que nos conocimos cuando yo tenía cuatro años y que él fue quien me quitó el chupe”, relata la mujer. Esa vida juntos ha dado como fruto dos hijos, Samuel y Álvaro, que en total les han dado tres nietos –Ariadna, Marcos y Samuel-.

“Los pequeños –apunta Jacinto- son los que más disfrutan del patio con sus juegos”, un patio al que se asoman dos balcones y dos ventanas –antes eran cuatro balcones- y que es, en palabras de Jacinto, “muy acogedor, pequeñito y casero; en él se está bien todo el año. En verano, por ejemplo, conserva un frescor increíble que le proporcionan las plantas gracias a que no está compuesto por tabiques, sino por muros gruesos”. Sobre esos muros también hay colgadas, como si se tratara de un pequeño museo, unas viejas planchas de carbón que pertenecieron a Guadalupe.

Alfonso XII 29 / Foto: Chencho Martínez

Por esa  personal galería de arte en la que han convertido el patio, los Muñoz Zafra tienen también repartidas obras creadas por Iluminada, como una muñeca construida con macetas grandes y pequeñas o una mesa de aspecto árabe hecha con una rueda de coche y cuerdas. “Me gustan mucho las manualidades, darles mi propio toque personal”, insiste esta mujer que comparte la pasión creadora con su marido, quien fue platero durante más de 25 años. “Diseñaba las piezas con una facilidad asombrosa”, apostilla. Prueba de ello es el singular manantial con cascada y rocas volcánicas que quiere incluir en su vergel, “en el que se sienta el correr del agua; entre esas rocas colocaré flores naturales. No quiero la clásica fuente, prefiero innovar”, cuenta.

“La verdad es que te sientes orgullosa cuando ves que eso que has creado tiene el reconocimiento de la gente; la muñeca macetera con peineta incluida, por ejemplo, causó sensación en la edición -de 2013- del concurso municipal de patios”, añade Iluminada. Durante esa edición camparon por el recinto como si nada ocurriera sus mascotas Donna, Pizco y Sweety, dos perros y un gato con los ojos muy verdes que observaron como cientos y cientos de personas atravesaban el zaguán para contemplar la singular belleza de un inmueble en el que residen Guadalupe, Jacinto, Iluminada, Samuel, Soraya, Ariadna, Marcos y el pequeño Samuel, inmueble de estructura clásica, aroma antiguo y lifting arquitectónico contemporáneo que es reclamo de miradas junto a la plaza de San Bartolomé.