Santiago. Agustín Moreno 43

Arquitectura antigua. Dimensión grande. Cuidadores: Francisco Diego Ruano (padre e hijo). Participó en 2022 en el concurso por 36ª vez desde 1979. Máximo premio: Mención de honor en 2002

A lunes, 30 de enero del 2023, por A. P.

Como otras muchas familias, los Ruano Tello dejaron el mundo rural en plena década prodigiosa para trasladarse a la capital en busca de un futuro mejor, de su particular El Dorado. Francisco y Amparo, con un entonces muy pequeño Paco, que contaba tan sólo con dos años, emprendieron esa aventura desde Bujalance hacia Córdoba en 1964, ubicando su nuevo hogar en el número 43 de la calle Agustín Moreno. “Cuando llegamos aquí, en esta casa vivían ocho vecinos; en dos habitaciones han llegado a residir hasta seis o siete personas de la misma familia, una familia en cada una, lo normal en esos años”, cuenta Paco. Los Ruano Tello se instalaron en régimen de alquiler en el inmueble, en el que  también regentaron una tienda de ultramarinos. Eran tiempos, como Paco describe, en los que en el patio “nos juntábamos una docena de críos para jugar, y en los que las mujeres se sentaban a coser o a bordar en la galería mientras escuchaban la radionovela ‘Lucecita’”. Eran tiempos también “en los que si se ponía alguien malo, enseguida los vecinos le echaban una mano”.

Agustín Moreno 43 / Foto: Chencho Martínez

Con el paso de los años, esos vecinos de la familia Ruano Tello fueron abandonando esa casa originaria del XIX, que fue levantada sobre las caballerizas de un palacio; y a finales de la pasada década de los 70, principios de los 80, los bujalanceños la adquirieron. Tras esa compra, llegó una prolongada e intermitente reforma del edificio realizada por el propio Paco, profesional de la construcción. Entre otras novedades, parte del tejado acabó convirtiéndose en terraza, el suelo de cantos rodados del patio dio paso a otro de losas de barro con marco de chino cordobés y, también en el patio, las paredes se transformaron en una bella mezcla rojiza desteñida de arcos y muros de ladrillo visto. “Los ladrillos los averiguamos mi padre y yo en la escombrera del vacie que había al lado de río (Guadalquivir)”, detalla. De derribos es también un mosaico compuesto por retales de azulejos de estilo sevillano de La Cartuja” que Paco ubicó en la pared de la escalera que sube a la planta de arriba desde el patio, mientras que la fuente “con cabeza de demonio” situada en una de las paredes del recinto “fue un regalo que me hicieron; antes de llegar aquí, se encontraba en el cortijo Piedrahita, en la parte de carretera que está entre las ermitas y Trassierra”, explica.

Agustín Moreno 43 / Foto: Chencho Martínez

Otra más que vistosa fuente, con base en forma de estrella y elementos de mármol, nacida de sus propias manos, es la joya arquitectónica que marca el centro del patio, un recinto en el que la hiedra se siente tan a gusto que hasta acaba creciendo hasta el desmadre. “Una de las dos grandes hiedras del patio nació de un tallo que plantó hace varias décadas mi madre y que se trajo de la Alhambra de Granada”, detalla Paco, insistiendo en que Amparo fue quien comenzó en la casa con las labores de cuidado y mantenimiento del patio. “Ella fue la propulsora de la presentación de este recinto al certamen que organiza el Ayuntamiento; el primer año participamos representando a la Peña de Santiago, a la que pertenecía mi padre”, cuenta.  Desde entonces, Agustín Moreno 43 ha obtenido en el concurso importantes reconocimientos. El mérito de la consecución de estos galardones lo tienen, en un primer momento Amparo, y después Paco, al que ha ayudado mucho en esas tareas su hijo Francisco, “y también mi compañera, Nadia, y mi hija, Gema”, apunta. Paco reconoce que a veces le resulta difícil continuar con la tradición de vestir su señero patio para el concurso. “Necesita muchísimo trabajo, ayuda y un tiempo del que a veces no dispones; afortunadamente, de momento, no me ha faltado la ayuda, pero esta fiesta necesita garantizarse el relevo generacional”, recalca.

Agustín Moreno 43 / Foto: Chencho Martínez

Gracias al abnegado trabajo de los Ruano Tello, en Agustín Moreno 43 han lucido sus mejores galas, además de la hiedra, gitanillas, geranios, claveles, hortensias, helechos o rosales. “Intentamos innovar año tras año en lo que a vegetación se refiere, por eso lo último que estamos introduciendo son las surfinias, que es un tipo de planta muy agradecida y vistosa, y que da mucha flor; cada año la ponemos de uno color, este año van en blanco y rojo, y el pasado, en blanco y fucsia”, resalta Paco, quien es reacio a teñir las macetas de colores para adornar un recinto al que se accede por un largo zaguán cuyas paredes de ladrillo recuerdan a las catacumbas cristianas. “Prefiero el color del tiesto, resalta más el patio; les doy con aceite y vinagre para que coja brillo el barro. Además, si  las pintas, las macetas transpiran peor”, resalta el alumno aventajado de Amparo, aquel niño que, con tan sólo dos añitos, se trasladó junto a sus padres desde su Bujalance natal hasta Córdoba, en plena década prodigiosa, en busca de un futuro mejor, de su particular El Dorado.