San Lorenzo. San Juan de Palomares 8

Arquitectura moderna. Dimensión pequeña. Cuidadores: Gabriel Castillo Prieto y Julia Cordero Pino. Participó en 2022 en el concurso por 16 vez desde 2006. Máximo premio: Cuarto en 2017 y 2018

A domingo, 29 de enero del 2023, por A. P.

San Juan de Palomares 8 destila arte. “Este patio está inspirado en el maestro y por el maestro”, comenta Gabriel Castillo. Se suele mostrar así de categórico cuando se le pregunta por los elementos que componen ese pequeño museo arqueológico en el que ha convertido a San Juan de Palomares, 8. Gabriel se refiere a su tío, el prestigioso imaginero y escultor cordobés Antonio Castillo Ariza. “Él fue quien compró esta casa casi a mediados de los 80 y quien comenzó a transformarla en lo que es ahora”, insiste sobre la persona a la que la Semana Santa cordobesa le debe imágenes únicas como las del Cristo de la Agonía, el Señor del Prendimiento o Nuestra Señora del Mayor Dolor.

Armado con la maza del buen gusto, el maestro Castillo Ariza renovó por completo un espacio en el que arquitectónicamente hubo “varias cocinillas y pequeños callejones de medio metro”, pertenecientes a una casa de vecinos, “en la que incluso llegaron a vivir 11 hermanos en una de las habitaciones”, comenta. Fue el paso previo a la talla arquitectónica de un singular recinto en el que se reparten piezas de “todas las culturas que han habitado Córdoba a lo largo de los tiempos”. Hay desde lucernarias árabes hasta aceiteras romanas, bustos, columnas o capiteles.

San Juan de Palomares 8 / Foto: CHENCHO MARTÍNEZ

También instaló en él un taller en el que ahora continúa como restaurador de obras de arte su discípulo y sobrino, Gabriel, junto a su hermano. “Mi tío fue quien nos enseñó el oficio a mí y a mi hermano Luis, o Antonio, ya que él lo bautizó con su nombre al ser su padrino, aunque en su DNI aparece como Luis; las cosas de los antiguos”, apunta Gabriel, quien insiste a modo de coletilla que, “lo mires por donde lo mires, se nota que este patio es fruto del espíritu de un artista; es un patio con arte y solera”.

Del anterior taller, que estaba ubicado en la calle Velasco, Castillo Ariza se llevó las columnas que destacan ahora en San Juan de Palomares 8. “Él fue quien comenzó a decorar el patio; la fuente, por ejemplo, la diseñó más o menos con pedazos de restos de piletas de agua bendita de las que había en alguna que otra iglesia, colocando en la parte de arriba una moldura romana y encargándole la boca surtidora a un fontanero amigo suyo”, relata Gabriel, para añadir que “la parte baja es una composición de un remate de una subida de escalera”. No obstante, cuenta que el maestro no llegó a ver tal y como está ahora ese elemento característico de San Juan de Palomares 8 que corona un triunfo de San Rafael en relieve.

El Custodio preside un patio en el que el suelo conserva el pavimento de cantos vigilado por un gran pacífico de unos ocho metros –uno de los más grandes de los que se puede encontrar en Córdoba- que se levanta estirado componiendo otro de los elementos singulares del recinto. “También destacan en la parte del portal principal las losas del suelo que conforman la solería, que son del antiguo convento de los dominicos, de San Agustín; las recogimos cuando lo estaban restaurando”, añade sobre una casa que “fue de muchos en su día, y que puede datar del siglo XIX; sus pilares, que son los originales, lo delatan”, afirma quien de su labor restauradora ha dejado constancia en, entre otros lugares del inmueble, en la antiquísima y hermosa puerta de madera de entrada a la casa, en las viejas vigas –que revistió de nogalina- y en los canalones –que tiñó de añil-.   

San Juan de Palomares 8 / Foto: CHENCHO MARTÍNEZ

Aparte de un pilón comprado en Lucena -que servía para saciar la sed de los animales-, no falta el típico pozo -de estilo árabe y con brocal de hierro forjado- en este lugar del que cuentan “que tenía un tesoro escondido, y hasta se decía de él que en las habitaciones había fantasmas, que parece ser que no eran otra cosa que los frailes novicios asomados por los respiraderos del tejado para poder ver a las muchachas, comentaban los antiguos”, apunta Gabriel.

Entre sus elementos destacan también las más de 300 macetas de variadísimas especies que cuida Julia Cordero, su mujer. Muchas de ellas, de gitanillas y geranios. “De la flora, además del pacífico, también destacaría el limonero, los helechos o la flor de la cera”, resalta Julia, quien junto a su marido presenta el patio al concurso desde 2006. Y es que, como reitera una y otra vez Gabriel, quien se crió en otra casa patio, en la calle Montero, se nota que San Juan de Palomares, 8 “es fruto del espíritu de un artista; es un patio con arte y solera inspirado en el maestro y por el maestro”.