A viernes, 20 de enero del 2023, por A. P.
El patio de Pastora 2 “es el fruto del estudio de la historia de los patios de Córdoba”, tal y como insiste su propietario y cuidador, Rafael Barón. “Para darle forma, estuvimos varios años recopilando piezas de casas viejas que iba la gente derribando, e incorporándolas a nuestra casa; así recuperamos rejas, puertas, columnas o suelos”, detalla.
Pastora 2 era una antigua casa de vecinos, “en la que vivieron hasta siete familias. Lo fue hasta que en 1979 la adquirió por completo un señor que la derribó para montar un tostadero de frutos secos y un almacén con la idea de construirse luego su propia casa; más tarde, ya con los planos hechos, cambió de idea y me vendió el solar en el que había convertido el edificio”, explica. Tras la adquisición, Rafael inició las obras del que sería su hogar en diciembre de 2000 y las concluyó en febrero de 2002. “En mayo de ese mismo año ya pusimos el patio a concurso”, añade. Desde entonces, en el certamen municipal ha cosechado primeros premios en 2005, 2009, 2016, 2017, 2019 y 2022; dos segundos premios, en 2010 y 2018; dos terceros, en 2014 y 2015; y accésits, en 2004, 2006, 2008, 2011, 2012 y 2013.
“Para el diseño del patio hemos realizado una labor de investigación de cómo eran, qué tenían y cuáles eran los elementos típicos de los patios cordobeses a lo largo de la historia; luego, hemos adaptado esos elementos al espacio que teníamos”, insiste Rafael. Una de las dependencias destacables del recinto es el zaguán, uno de los más grandes de los que se pueden encontrar en los patios cordobeses que se presentan a concurso. “Siempre he pensado que debía de ser una de las partes importantes de la casa; podemos decir que lo hemos hecho cristiano, comunicando directamente la puerta de la vivienda con el patio a través de un arco de medio punto de proporciones serlianas, sujeto por dos columnas de mármol con capiteles de piedra negra del siglo XVIII típica de Córdoba”, detalla. Curiosamente, las dos columnas las consiguió en Andújar (Jaén) y Antequera (Málaga). “Pero son cordobesas”, insiste.
Los suelos también están inspirados por la tradición. “Tenemos tres tipos de solerías típicas: barro cocido, chino cordobés y losas de mármol”, relata. Este último tipo de suelo está conformado por mosaicos rojos, blancos y negros. “El mármol negro que lo compone es de Carcabuey, como el que se usó en la Mezquita”, explica. Y no menos tradicionales son la fuente y el pozo califal que el matrimonio -compuesto por Rafael Barón y María José Gallego– recuperó durante la obra de la casa y que tiene un brocal del siglo XI. Otras piezas recuperadas en esa obra, las piedras calizas que servían de sillares a la antigua casa de vecinos, componen ahora el arriate del lado izquierdo en el que está situado la fuente, mientras que el recinto presenta una escalera en forma de u muy grande, “un ejemplo de las que había en las casas de vecinos y que se construían en el patio para no robarle espacio habitable a las viviendas”, comenta.
Una de las singularidades más destacadas de Pastora 2 es su capilla a modo de las que había en los patios cordobeses señoriales, en las casas nobles, “como la que tenía el Palacio de Viana”, añade. “Antes de construir la casa, tenía la imagen de la Virgen de la Salud y quise buscar un lugar en el que ubicarla remontándome a la época romana, en la que no faltaban en este tipo de recintos los oratorios o las aras, en las que se rendía culto a los familiares desaparecidos o a los dioses, y que estaba en el patio principal o atrium”, relata este enamorado “desde chico” de los patios. “De hecho, mi abuela vivía en una casa-patio en la calle El Viento, en Santiago, y mi ilusión siempre fue buscar como hogar una casa con patio; no tuve la suerte de encontrar una antigua conservada, pero es lo mismo, puesto que hemos conseguido una recreación que para nosotros es muy importante, ya que al fin y al cabo es como un hijo nuestro”, apostilla.
Pastora 2 también es singular en lo que a flora respecta. “Esa singularidad se la dan los tres árboles que siempre han sido muy típicos en esta parte de la ciudad, la Axerquía, zona en la que se ubicaban los huertos más grandes de la época califal; los plantamos rememorando las culturas de Córdoba”, detalla. Esos tres árboles son el laurel, “que simboliza la cultura romana”; el naranjo, “la árabe”; y el olivo, “la judía”. Además, a esa singularidad se suman, “cómo no”, gitanillas y geranios, y una muy extensa variedad floral, en la que destacan las buganvillas; especies tan raras como clemátides, “unas plantas asiáticas que, aunque es muy difícil su cultivo, aquí se han adaptado muy bien”; o las bulbosas, “que florecen sólo una vez al año y que a nosotros nos gustan mucho, tanto que tenemos amaryllis, flor de lis o allium, entre otras”, comenta, para añadir que “en la parte de sombra hemos colocado, por ejemplo, cintas, helechos, clivias o begonias”.
La tradición de los patios cordobeses también está reflejada en Pastora 2 en el color de las macetas que pueblan el patio, el añil. “Las macetas siempre se pintaron en los patios con pigmentos naturales; se usaba la almagra, el siena y el añil, que trajeron los árabes y que puro es un gran repelente de insectos. Se enjalbegaba y se le daba con añil a las macetas para conseguir desinfección y desinsectación, pero el problema venía cuando llegaban las lluvias y el añil desteñía y manchaba las paredes, por lo que se optó por pintarlas con pintura, algo que no comparto, porque es horroroso”, puntualiza Rafael. Él ha preferido investigar y tras muchas pruebas y mezclas ha conseguido ese pigmento natural añil que buscaba para mantener la tradición.
También en el patio, un mosaico de la Virgen del Carmen preside una zona en la que Rafael tiene su taller, un lugar en el que restaura obras de arte y en el que muchas veces permanecen atentos a su trabajo sus hijos, María y Rafael. Su especialidad son los retablos y los pasos de Semana Santa. “Pertenezco a la Cofradía del Carmen y he estudiado en los Carmelitas Descalzos; eso se tenía que notar”, destaca. Y es que Rafael ha impregnado a su patio de un espíritu de cristiandad que le ha supuesto alguna que otra anécdota. “Cuando se cumplió el 350 aniversario de la Divina Pastora coloqué una imagen de ella en el zaguán y hubo quien me preguntó si era Carmen Sevilla con las ovejitas”, cuenta entre risas. “Además, algunas vecinas vienen a traerle flores, ropa u otros regalos a la Virgen de la Salud”, añade.
El arte llama al arte y Pastora 2 ha servido como plató de televisión y estudio de radio para la grabación o transmisión de programas, además de escenario de presentación de libros y discos. “Aquí, por ejemplo, Los Morancos han grabado uno de los episodios de Antonia y Omaíta”, relata el responsable, propietario y cuidador de este puzzle de piezas que componen la historia de los patios cordobeses.
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