San Lorenzo. Mariano Amaya 4

Arquitectura antigua. Dimensión mediana. Cuidadoras: Marina Muñoz y María Celeste Almenara. Participó en 2022 en el concurso por 23 vez desde 1993. Máximo premio: Patio singular en 2017

A viernes, 20 de enero del 2023, por A. P.

Para acceder a este patio se debe atravesar una cancela con una puerta de hierro, cuyo origen se remonta posiblemente a 1864, ésta se comunica con un pequeño zaguán adornado con zócalos de azulejos en las paredes y una solería de diseño antiguo. El patio constituye el núcleo estructural de la vivienda, en torno a él se distribuyen el resto de habitaciones, por lo que son numerosas las puertas que se abren en sus paredes. De sus muros destacan los dos pórticos adintelados situados en los extremos del patio. Ambos tienen unos simples pilares como elemento de sustentación y una pequeña galería cuyo suelo es el mismo que el del resto de la estancia, empedrado de bolos cordobés.

Mariano Amaya 4 / Foto: CHENCHO MARTÍNEZ

Los otros lados se conforman mediante paredes lisas en las que cuelgan una gran cantidad de macetas, en uno de ellos destaca la presencia de un pozo adosado del que se ha conservado la polea y la cubeta de metal. En otro extremo se encuentra una bodega y una pequeña fuente que cuenta con un depósito para recoger el agua. La ornamentación del patio se completa con útiles de metal colgados en uno de los pórticos.

Mariano Amaya 4 / Foto: CHENCHO MARTÍNEZ

Cuentan las crónicas que Mariano Amaya 4 fue una antigua casa de vecinos del siglo XIX que fue adquirida por el Duque de Hornachuelos, que le cambió toda la estructura principal de la fachada, para dejarla como ha llegado hasta nuestros días. Más tarde pasó a ser de nuestra familia paterna de Celeste Almenara.

También cuentan esas crónicas que en Mariano Amaya 4 vivieron hasta seis familias con derecho a compartir fogones, pilas de lavar y retrete y ese patio ubicado en la zona central de la casa con 53 metros cuadrados, de arquitectura antigua. La familia cuenta que con el paso de los años y las reformas que ha tenido el inmueble se han podido recuperar muchos aspectos que estaban tapados, dejando a la vista las bóvedas de la parte alta de la ventana y del pozo. El suelo del patio sigue siendo el enchinado de bolo o canto de río original cordobés ya que nunca se ha cambiado. El pozo de origen árabe tiene veinte metros de profundidad. En el fondo de éste se encuentra una verja que llega a los subterráneos de la ciudad. De él contaban los antiguos una leyenda que al anochecer salía de dicho pozo un monje con el nombre de Padre Mariano Amaya, párroco de la iglesia de San Lorenzo, y promotor de la fundación Salesiana de Córdoba en 1901 para velar y cuidar de la casa y de todos los que en ella viven. Gracias a este pozo, cuando llueve se recoge el agua mediante una canal, y esta agua la utiliza la familia para regar las flores.

La puerta de hierro que permite acceder a esta casa tiene su origen en torno a mediados del siglo XIX. Tras ella se abre un pequeño zaguán decorado con azulejos en sus paredes y con una solería de diseño antiguo. Una vez atravesado este zaguán se accede a uno de los dos pórticos que en cada uno de los dos extremos cortos del patio se hayan. A la izquierda del primero, una estrecha escalera que conduce a la planta alta de esta casa. Sus escalones están llenos de botellas antiguas y radios de épocas pasadas.

Mariano Amaya 4 / Foto: CHENCHO MARTÍNEZ

En el patio también se siente al ya fallecido marido de Marina y padre de María Celeste, Antonio Almenara Sánchez, que era un fanático de las cosas antiguas, tanto que con el tiempo se hizo de una larga colección de utensilios como aparatos de radio, ventiladores, planchas, maquinas de coser, herraduras, todo tipo de herramientas o encendedores. Cuenta la familia que su rincón favorito era la bodega, que para él tenía un encanto especial, decoraba  la pared con todas sus cosas para la época del concurso, y cada año había algo nuevo. Abrir su casa para que la gente pudiera ver su patio, sus antigüedades y las flores que su mujer aún cuida y arregla, era un orgullo para él. Además, Antonio fue uno de los promotores de la Asociación Claveles y Gitanillas.

La familia, a lo largo de los años, ha tenido un cuidado especial por conservar la solera y antigüedad de este típico patio cordobés que cuenta con más de 50 variedades florales que su cuidadora mima con sus manos año tras año. Uno de los cambios más novedosos que incorporaron a Mariano Amaya 4 fue el color de sus macetas, abandonando el verde carruaje por el rojo borbollón y poniéndole un pequeño letrero a cada tiesto con el nombre de la planta para que así quien visite el recinto pueda identificarlas. La familia defiende que así, aparte de disfrutar del patio, de su olor y color, se aprende conociendo los nombres de las plantas. Además, se ha sustituido el ya ajado naranjo californio por un navelino y en la tinaja central hay sembrado un abutilón megapotamicum, que en el letrerito correspondiente reza que es un árbol de farolillos chinos. Se trata de una casa patio ya con la tercera generación de cuidadores que abre sus puertas para que el viajero pueda disfrutar de ella, al igual que los niños que buscan como locos en el recinto animales como esa tortuga que solía campar a sus anchas por el mismo.