San Francisco. Maese Luis 9

Arquitectura moderna. Dimensión mediana. Cuidadora: Isabel López Cazalla. Participó en el concurso en 2022 por 28 vez desde 1992. Máximo premio: Accesit en 1003, 1994, 1995, 1966 y 1999

A lunes, 6 de febrero del 2023, por A. P.

Una inscripción justo en la entrada del hogar de Juan Ruiz e Isabel López fecha la construcción de esa vivienda en 1985. “Hubo que echar la antigua casa de vecinos abajo y edificarla por completo, dado que estaba en muy mal estado; no se pudo aprovechar nada, tan sólo las rejas, que están hechas artesanalmente a mano y que nos han querido comprar,  pero no se venden”, insiste Isabel. Tras la obra, el matrimonio se mudó desde su anterior residencia en la calle Fernando Colón a ese nuevo hogar de Maese Luis 9 con sus tres hijos, Florencia, Isabel y Juan Pablo. “Vivíamos en un piso y mi suegra (Florencia Ruiz) me decía: ay, Isabel, lo que te tiene que pesar esta casa, es mucha casa para ti, quítale la idea a mi hijo porque ya verás”, cuenta. Su suegra le advertía así de que los años no pasan en balde, de que llegaría a mayor y le costaría hacer las labores propias de una ama de casa en un inmueble que tiene más de 300 metros.

Maese Luis 9 / Foto: Chencho Martínez

Pero Isabel siempre fue una enamorada de las flores y no quería perder la oportunidad de vivir en una casa con patio. Se crió en una de ellas en Pedro Abad. “Era enorme, con dos cuerpos y con un pozo con cuya agua regábamos las plantas. Luego me trasladé aquí, a Córdoba, a la calle Muñices, en La Magdalena, a una casa de vecinos”, añade esta mujer que nació accidentalmente en tierras jiennenses, en Bailén, por la itinerancia laboral de su padre, un murciano que era trabajador de Sevillana. “Fuimos nueve hermanos y, con esos traslados de pueblo a pueblo, nacimos en muy diversos lugares: Murcia, Marmolejo, de donde es mi madre, Villa del Rio, Pedro Abad y Villafranca”, relata.

Maese Luis 9 está tallada en mármol. “La casa es una maravilla, toda de ese material, su gran escalera para subir a la primera planta, su cuarto de pilas, esa cocina campera situada junto al patio, el salón que está justo al lado del zaguán y, sobre todo, el patio con suelo de losas y chinos que mantiene el mismo dibujo de la solería del zaguán”, detalla Isabel. Su marido ha tenido mucho que ver a la hora del ok definitivo al proyecto al haber trabajado en la construcción “hasta que se casó, luego estudió y se pasó al negocio de la relojería; tenemos la tienda en la calle Jesús María”, comenta. Precisamente, su marido suele aprovechar las visitas laborales llegadas de distintos puntos de España, “y hasta de Suiza”, añade, para ofrecerles en casa “alguna que otra tapita y copita y que, como él, disfruten del patio”, resalta.

Maese Luis 9 / Foto: Chencho Martínez

Esas visitas no pierden detalle de un recinto que está presidido por un Triunfo de San Rafael. “Tenía que estar, es el Custodio de Córdoba”, puntualiza. Y en el que bajo el arcángel brota agua de un surtidor que cae hacia una acequia que la conduce a una bella fuente octogonal ubicada en el centro de ese bello jardín. Esa agua es el maná del que se alimenta la vegetación de un lugar que está salpicado de macetas sobre tiestos inmensos, y de platos de cerámica colgados en las paredes. El líquido elemento sacia así la sed de helechos, pilistras, gitanillas, geranios, begonias, cintas, rosas, hortensias…y hasta de una vieja palmera, que es una de las plantas más antiguas del recinto. “Tengo mucha variedad de plantas y de muchas de ellas no sé si sus nombres; si me gustan, las compro y no me preocupo de saber cómo se llaman, tan sólo me preocupo de cuidarlas”, explica esta mujer que insiste en que “lo que más me duele es que se me vayan, como le ocurrió hace poco, de la noche a la mañana, a una alegría de la casa que estaba enorme”. “Y es que –añade-, me gasto euros y euros en flores; el tipo de planta que más me gusta, por ejemplo, es el ciclamen y siempre que veo uno, acabo comprándolo. El patio para mí es como una droga, el trabajo que realizo en él me da muchas satisfacciones”.

De esas satisfacciones son testigos casi mudos tres perritas –Julieta, Laika y Olivia– que suelen campar a sus anchas por la casa, enzarzándose de vez en cuando en una pequeña discusión juguetona por un pequeño muñeco que llevarse a la boca, mientras su dueña se afana por mimar un patio que en el concurso municipal ha obtenido, entre otros reconocimientos, accésits en 1993, 1994, 1995, 1996, 1999 y 2007; menciones de honor en 2010 y 2011; premios al uso del agua en 1997 y 1998; y premio a la variedad floral, en 2000. Otros animalitos, unas tortugas, hacen las delicias de los niños que visitan Maese Luis, 9 nadando en una especie de pequeñito estanque con el que cuenta la zona asalvajada de una casa que fue construida en 1985, tal y como da fe de ello en su entrada una inscripción.