A martes, 7 de febrero del 2023, por A. P.
La actual Maese Luis 4 era en su origen una antigua casa solariega. El padre de Esperanza Ruiz construyó la nueva casa unifamiliar hace medio siglo con Rafael de la Hoz como arquitecto. Esperanza cuenta que, tras comprar el terreno, su padre derrumbó la antigua casa e hizo la nueva “a su gusto”.
Tras aquella obra y arquitectónicamente hablando, al patio, conocido como Patio de los Ladrillos, se accede por un zaguán. Los visitantes son testigos de cómo, tras pasar una cancela de hierro, el recinto presenta una planta trapezoidal y consta de un pórtico de arcos de ladrillo de medio punto con columnas blancas de inspiración califal. Las paredes son de ladrillo y el suelo está pavimentado, mediante, chino cordobés blanco con dibujos geométricos en chino negro. En el suelo están representados el Norte y el Sur de la provincia de Córdoba. “Una piedra de ese suelo de chino viene de la Campiña y la otra de la Sierra”, defiende Esperanza.
Las puertas de las habitaciones que dan al patio son de tipo castellano de cuarterones, y las ventanas de madera tienen rejas de hierro. A la planta superior se accede por una escalinata de mármol blanco. Los corredores de la planta superior, de grandes ventanales hasta el suelo, poseen barandillas. Una de las singularidades del recinto es que presenta una gran fuente circular con surtidor central y canal de ladrillo en su alrededor. En el patio también está presente la mano como gran belenista de José Cruz. El recinto incluye un belén elaborado por José y ambientado en una antigua casa cordobesa de vecinos.
En cuanto a la ornamentación, destacan, por ejemplo, una singular costilla de Adán, las margaritas e inmensas variedades de geranios en un patio en el que es muy importante su parte verde, “porque al ser alto, entra menos luz de lo normal y las plantas con flores son aquí de más corta duración, pero aún así el patio conserva un gran colorido”, insiste Esperanza.
El recinto ha sido el punto de encuentro por las tardes y por la noche de familia y amigos. “En él hemos merendado cuando éramos pequeños, hemos cenado y se han celebrado grandes tertulias. Aquí, en el centro del mismo, hay una mesa de forja blanca con cuatro o cinco sillones y eran bastante divertidas las veladas que yo recuerdo cuando era pequeña”, cuenta.
Esperanza destaca que el riego de las plantas en el recinto es manual, “como antiguamente”, y que las plantas se riegan todos los días con un cuidado muy minucioso “ya que hay que quitar las hijas secas, estar pendientes de los bichitos que puedan tener algunas para que no se contagie el resto. Es un trabajo poco vistoso, pero muy laborioso”.
En el tiempo en el que ya no hay flor, Esperanza traslada las plantas una a una a otro lugar de la casa y allí sigue el cuidado para la próxima floración. En ella hay un jardín, un jardín precioso que tiene tintes más olfativos, mientras que el patio es más visual. En ese otro lugar hay rosales, damas de noche, cuatro naranjos…con esa variedad solo hay que imaginarse la mezcla del azahar con la dama de noche, los jazmines y el resto de seres vegetales que lo hacer ser más olfativo.
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