La Magdalena. Isabel II 1

Arquitectura antigua. Dimensión mediana. Cuidadores: Montserrat Vázquez y José Sánchez / Julia Sesma y Rafael Jiménez / Raquel Jiménez y Juan Carlos Blanco. Participó en el concurso en 2022 por 18 vez desde 2004. Máximo premio: 2º en 2018

A domingo, 29 de enero del 2023, por A. P.

Nuestro Padre Jesús de las Penas y María Santísima de la Esperanza observan, casi escondidos a la vista, el devenir diario en Isabel II 1.  Enmarcados sobre la escalera que sube a la planta superior del inmueble, el Gitano y la Gitana son testigos mudos de las vivencias de las tres familias que habitan la casa: Montserrat Vázquez, José Sánchez y sus dos hijos; Julia Sesma y Rafael Jiménez; y Raquel Jiménez (hija de los anteriores), Juan Carlos Blanco y sus dos pequeños. “Esos grandes cuadros están ahí porque somos muy de la Hermandad de la Esperanza”, insiste Rafael. Muy cerca de esas instantáneas de los rostros de esas imágenes que tallara a mediados del pasado siglo Juan Martínez Cerrillo, una pequeña escultura de San Rafael habita en una de esas capillitas que hace décadas eran veneradas de casa en casa y que ahora descansa junto a un patio “con muchísima vida”, puntualiza Montserrat, quien insiste en ese espíritu de convivencia que inunda el recinto. “En todos los patios no se organizan al cabo del año las fiestas y celebraciones que organizamos nosotros en el nuestro”, recalca.

Isabel II 1 / Foto: CHENCHO MARTÍNEZ

Una inscripción árabe en la fachada de Isabel II 1, Al-yumn (el patio de la felicidad), avisa al visitante de lo que se va a encontrar en el interior. Algo más abajo, a un lado de la puerta de entrada, una placa de mármol recuerda que el pintor Rafael Botí fue uno de los notables inquilinos del inmueble en la época en la que era una casa de vecinos en la que se repartían “muchas familias”, asevera Rafael. “Esta casa era mucho más grande y llegaba hasta la plaza Regina, ya que formaban parte de ella también las dos primeras viviendas que hay hoy junto a esa plaza”, explica Julia, quien junto a su marido llegó a Isabel II 1 tras la rehabilitación que sufrió el inmueble a finales de la pasada década de los 80. Montserrat y Pepe se sumaron un poco después al vecindario de ese edificio que han impregnado de cultura árabe. Han introducido incluso réplicas de elementos de Medina Azahara. “Es el caso de la propia fachada o de la entrada del portal”, que cuenta con unas cenefas exactas a algunas de las que hay en esa ciudad palatina o áulica que mandó edificar Abderramán III, tal y como apunta Montserrat. “A este patio que, aunque reformado, mantiene su estructura arquitectónica primitiva, aparte de las vigas de madera antigua y de los tejados del mismo material, le sienta muy bien lo árabe, tal y como nos dijo una arqueóloga”, añade. Julia además lo ha teñido con tinte con denominación de origen musulmana, “con añil que ha traído expresamente de Marruecos”, detalla Montserrat.

Isabel II 1 / Foto: CHENCHO MARTÍNEZ

Ese tinte azulado colorea la balconada, vigas y macetas en las que crece una colorida y variada flora y en la que destacan las begonias, “que son las plantas más artísticas del patio”, sentencia Montserrat. “No obstante, nuestro gran éxito son las gitanillas, tantísima gitanilla no la ves en todos los patios”, añade. “También llama mucho la atención, por el olor y la vistosidad, el jazmín de Madagascar”, puntualiza Julia, mientras su yerno, Juan Carlos, no olvida destacar la grandilocuencia de la marquesa, que permanece junto a unas rejas. La también llamada orejas de elefante o alocasia llegó a ser tan desmadradamente inmensa que “te comía toda una pared del patio, llegaba hasta la balconada de mi hija”, relata Julia. Ahora, la marquesa no es ni una sombra de lo que fue. “Obviamente, en el patio vamos cambiando año a año algunos tipos de plantas y también dependiendo de la temporada”, señala Juan Carlos, a la par que su suegra resalta la belleza que impregnan al recinto geranios, hortensias, camelias, jazmines morunos u especies con aroma singular, como distintos tipos de malvarrosa, “que huelen a canela, limón y hasta a coca-cola”.

Isabel II 1 / Foto: CHENCHO MARTÍNEZ

En esta casa de tres viviendas articuladas por un patio con suelo de chino cordobés, porticado con tres arcos de ladrillo visto, son insignias arquitectónicas propias un elemento relacionado con el arte islámico en forma de capitel de avispero califal del siglo IX y otro capitel visigodo del siglo VIII. Sobre columnas romanas, sus fuertes basas y fustes sostienen buena parte de la planta superior, “a la que cuando llega el buen tiempo se le quitan los cristales y luce impresionante repleta de macetas de gitanillas”, comenta Rafael. Tan impresionante como las artesanales fuentes que ellos mismos montan, por ejemplo, con tejas también árabes y con bomba al estilo “de las que aparecen para sacar el agua de los pozos en las películas del oeste”, indica quien la encontró en un contenedor de basura en La Magdalena, Juan Carlos.

“Todos los años intentamos cambiar la decoración de cara a la fiesta de los patios, tratamos de darle un colorido distinto”, resalta Julia. Esos días de fiesta son especiales en Isabel II, 1, son días en los que se vive prácticamente en La Sacristía, una dependencia ubicada junto al patio, y decorada con mobiliario muy a la andaluza, en la que se comparten muy cordialmente ríos y ríos de vino fino con amigos y visitantes. “Tras cerrar el patio al público, continúa la fiesta”, cuenta Julia, quien añade que “disfrutamos de La Sacristía, como del patio, todo el año. En Nochebuena, por ejemplo, aquí comemos al mediodía unas 80 personas; Montse prepara un potaje con más de cinco kilos de garbanzos y cada uno de los amigos trae lo que puede”, explica. “Mi hija y mis nietos disfrutan así de las nochebuenas y de otras fiestas tal y como se vivían antiguamente en los patios”, añade. El Gitano y la Gitana, también.