Patio del convento de Santa Ana y San José (Ángel de Saavedra 7), debutante este año en la categoría de Patios conventuales. FOTO: CHENCHO MARTÍNEZ

Santa Ana, el patio cordobés debutante de 436 años por la gracia de Dios

Sorprende las plantas, la cerámica y alfarería, la disposición de los patios y la pulcritud monacal

A miércoles, 7 de mayo del 2025, por JUAN M. NIZA

El hermetismo con el que la comunidad de monjas carmelitas descalzas del monasterio de Santa Ana han mantenido sobre su primera participación en el Concurso Municipal de Patios, algo a lo que estaban obligadas porque a fin de cuentas es una congregación de clausura, hacía prever que iba a ser toda una sorpresa, seguramente que para bien… O para muy bien. Porque la verdad es que el patio, con raíces en aquel año fundacional de 1589 del cenobio, no ha decepcionado en absoluto dentro de la Fiesta de los Patios, el certamen actual y la modalidad en esa nueva categoría que se estrena este año 2025 y en la que compiten: Patios conventuales.

Gitanillas mimosamente cuidadas en ‘postineras’ macetas en el convento de Santa Ana. FOTO: CHENCHO MARTÍNEZ

Por supuesto, como todo debutante en este 2025 el patio (no queda otra) tira de plantas de temporada, aunque mimosamente cuidadas en macetas de postín, y su grandes macetones ayudan a conjugar ese aire a mitad de camino entre lo popular y los señorial que debe tener un convento. El patio en cuestión son dos recintos al aire libre. El primero da acceso a la iglesia del monasterio, donde se venera a la imagen de San José Coronado (por cierto y abriendo una paréntesis de algo que desconocen incluso grandísimos cofrades: el Vaticano no solo autoriza a coronar a las imágenes de la Virgen, sino también a San José, como fue el caso de la talla de San José a la que se le impuso la presea canónica el 1 de mayo de 2021, la cuarta en toda España).

Impresionante arco de siglos de ladrillo visto de acceso a la iglesia del convento de Santa Ana. FOTO: JUAN M. NIZA

Pero volviendo al patio, impresiona el enorme arco de ladrillo visto ante la entrada a la iglesia que se levantó con el patrocinio del Marqués del Carpio en 1608. Ya adentrándose en el segundo espacio, los grandes macetones, este primer año ocupados por plantas de pequeño y mediano porte muy ‘trabajadas’, dan paso a detalles de todo tipo castizos, señoriales y ‘monjiles’, valga el término en el más cariñoso sentido de la palabra y haciendo honor a la categoría en la que concursa el patio.

El último tramo del patio del convento de Santa Ana, con dos sillas para descansar y la singularísima galería con cuatro arcos simétricos y desiguales: FOTO: CHENCHO MARTÍNEZ

Hablamos de una fuente doble, piezas de cerámicas y alfarería centenaria, esa galería con dos arcos centrales de medio punto y dos laterales que es única en toda Córdoba o esa antesala a la clausura que ya da el ‘repelús’ de quien se adentra en lo prohibido, con la sala de visita abierta para contadas ocasiones y permisos. O la exposición de productos que el visitante puede comprar a través del torno, que nos pone en contacto con la clausura ‘pura y dura’.

Acceso al torno y a la clausura del convento carmelitano, con una sala de recepción anexa. FOTO: JUAN M. NIZA

Y dos amabilidades inéditas en el mundo de la Fiesta de los Patios: dos sillas para que reposen visitantes cansados o el que quiera recrearse unos minutos en el misticismo carmelitano que tiene una gitanilla en Córdoba, y un lavabo abierto a todo cristiano (y demás confesiones) para cuestiones mucho más mundanas, pero no menos importantes y de agradecer para el cuerpo y muchas veces, con la necesidad acuciante, para el alma. ¡Divinas gentilezas!