Alcázar Viejo. San Basilio 44

Patio singular de la Asociación Amigos de los Patios Cordobeses. 26 participaciones desde 1955. Siete menciones de honor

A lunes, 16 de enero del 2023, por A. P.

Los ojos de una jovencísima María Teresa López observan fijamente, inmortalizados como los de la Chiquita Piconera por Julio Romero de Torres, y casi escondidos sobre unos helechos, a quien visita el patio de San Basilio 44. Como dos bellas perlas negras y desprovistos del resto del rostro, cuelgan a modo de antifaz humano sobre una pared en la galería de antiguos arcos de ladrillo visto de la planta baja del recinto, acompañados a su derecha e izquierda de un par de lienzos más en los que solo están plasmadas también las espectaculares pupilas de otras dos modelos del célebre pintor nacido en Córdoba el 9 de noviembre de 1874 y fallecido en la misma ciudad el 10 de mayo de 1930. Esos seis grandes vigías miran sin parpadear, tras dos vetustas pilas de lavar, hacia un costado de una escalera que desde la parte central del patio parece subir al cielo descansando sobre un suelo de bolos. Esa escalera es santo y seña de un inmueble “cuyos orígenes deben ser del siglo XV o XVI”, como cuenta Miguel Ángel Roldán, presidente de la Asociación de Amigos de los Patios Cordobeses, colectivo dueño del edificio.

San Basilio 44, en 2021. CHENCHO MARTÍNEZ

San Basilio, 50 hasta hace pocos años –en realidad, San Basilio 44, tal y como revela el registro municipal- fue una antigua casa de vecinos “en la que llegaron a residir 13 familias, una por habitación. Como en todas las casas cordobesas de este tipo, se compartían cocina, pilas de lavar y aseos, y sus habitantes convivían en el patio, alrededor del cual estaban situadas todas las viviendas. Llegados los años 60, los vecinos comenzaron a marcharse de casas como ésta a pisos en busca de una mayor comodidad, proporcionada por tener cocina y aseo propio. Una década más tarde, una entonces recién creada Asociación de Amigos de los Patios Cordobeses adquirió el inmueble. Los fundadores, siete amigos conocidos en los círculos sociales de la ciudad como ‘Los Siete Magníficos’ – Manuel Garrido Moreno, Manuel Salcedo Hierro, Antonio Bejarano Nieto, Santiago Granados Álvarez, Miguel García Gómez, Serafín Corral Checa y Manuel Alcántara Eslava-constituyeron el colectivo el 24 de abril de 1974. Decidieron intentar comprar, con su propio patrimonio, el mayor número de casas de este tipo posible para evitar que se acabaran derrumbando y perdiendo, como ha ocurrido, por ejemplo, con cerca de una veintena de patios de la calle de Enmedio, también en Alcázar Viejo, de los que ya no queda ninguno. Con ese espíritu innato de la asociación de luchar por que las casas patio no desaparezcan, el patrimonio personal de los fundadores les dio para adquirir San Basilio, 44 y la conocida como Casa de las Campanas (ubicada en la calle Siete Revueltas, 1, en el barrio de Santiago). Ese es el fin de la asociación, el de recuperar y poner en valor este tipo de inmuebles; ese espíritu está todos los días latente en el colectivo. No cejan en ello y, dado que no disponen de los medios económicos, tratan que el Ayuntamiento adquiera estos edificios emblemáticos para rehabilitarlos, como ya hizo con San Juan de Palomares, 11 y Trueque, 4.

San Basilio 44, en 2021. CHENCHO MARTÍNEZ

Cuando la asociación tomó posesión de la casa, en ella residían aún dos vecinos. Tras ello, el colectivo efectuó una primera remodelación del inmueble y lo habilitó como sede. Al ser sólo la sede de la asociación, la casa estaba cerrada casi todo el año y lo que se pretendía era que  tuviera vida, por lo que se estudió convertirla en hotel rural, pero ante la imposibilidad, por su estructura, de acometer la construcción de aseos individuales, se optó por alquilar las habitaciones de abajo para talleres artesanos, con lo que se aseguraba eso de que estuviera abierta todo el año y que tuviera vida propia gracias a la gran cantidad de personas que diariamente pasan por el patio. De ese paso diario da fe la Señora de Córdoba, quien en forma de mosaico ubicado en la pared de enfrente a aquella desde la que vigilan los ojos negros de la Chiquita Piconera, da la bienvenida a quienes visitan la librería, la perfumería que ofrece esencias de los  patios de Córdoba o los talleres de cerámica, abanicos pintados a mano y cuero –experto en cordobanes y guadamecíes-, dependencias repartidas por las habitaciones de la planta de abajo. La Virgen de los Dolores recibe en el patio con igual hospitalidad a quienes se dirigen a la planta de arriba, donde se reparten las sedes de la Cuarentuna, la Cofradía Gastronómica del Salmorejo y la de la junta directiva de una de las casetas de la Feria de Córdoba.

Todo ello en un recinto que en concurso municipal de patios ha conseguido menciones de honor en 1960, 1961, 1964, 1966, 1967, 1968 y 2015; y primeros premios en 1954, 1956 y 1963. Es uno de los más premiados del concurso.

San Basilio 44, en 2021. CHENCHO MARTÍNEZ

Esos bellos ojos negros de las modelos de Julio Romero de Torres también contemplan, sin necesidad de girarse, el pozo de gran brocal circular blanco ubicado junto a las dos clásicas pilas lavadero. Siempre ha tenido agua y es de la misma época que la casa. Sobre el pozo se suele enredar un rosal de pitiminí, una de las flores típicas del recinto. En el patio tienen las flores clásicas cordobesas, como geranios, gitanillas y helechos, y han optado por la novedad de llenar uno de los frontales todo de claveles. Además, hay pilistras, jazmines, buganvillas…, añade Miguel Ángel sobre parte de la vegetación de un lugar al que el colectivo que preside sometió a una profunda rehabilitación en 1997 respetando su aspecto arquitectónico, reforma tras la que -en 2000- Mariló Rodríguez-Campos, quien ha escogido del arte su profesión y del cuero su materia prima, abrió el taller artesano decano de un patio en el que los ojos de una jovencísima María Teresa López observan fijamente, inmortalizados como los de la Chiquita Piconera por Julio Romero de Torres, y casi escondidos sobre unos helechos, a quien visita San Basilio, 50.