A martes, 17 de enero del 2023, por A. P.
Juan Bautista Onetti ha vuelto a poner de moda el patio de San Basilio, 17, un recinto que pertenece a una casa que en su día fue de Blanca Ciudad, quien le dio un cierto toque manchego, comunidad autónoma de la que es originaria. El patio del número 17 de la calle San Basilio ha cautivado poco a poco a Juan Bautista. Todo empezó cuando en 2018 su hermano Rafael le compró esa casa a Blanca Ciudad, esa manchega-cordobesa que ya lo presentaba a concurso. “Yo ya estaba jubilado y me hice cargo del patio; empecé por regar las plantas y por cortarle las hojas”, cuenta. Él, criado en el Cortijo de la Reina, hasta ese momento tan sólo había tenido relación vegetal con unos cactus, pero su labor en San Basilio, 17 ha supuesto para él un curso acelerado en el mundo de las plantas. “En 2018 lo presentamos al Concurso de Rejas y Balcones y obtuvimos un sexto premio y en 2019, un quinto”, cuenta.
Ahora, compite por un premio en el concurso municipal con un recinto que data del siglo XVI y que fue reformado en el XX por Blanca Ciudad. Y lo hace como un experto en el mundo vegetal. “Cuando compro una planta, trato de informarme de cómo respira, de cómo come, de cómo está en un sitio mejor que en otro”, destaca. Compite con un recinto que “tiene varias singularidades”. Destaca que la primera de ellas es una balconada de madera que luce gracias a la antigua dueña de la casa, al estilo de las de Castilla-La Mancha. “Aparte de su idea de casona, tiene dos galerías, lo que lo hace diferente al resto de patios; la primera galería tiene un doble sentido con arcadas, capiteles y columnas del siglo XVI, y luego hay otra columna restaurada”, cuenta.
Juan Bautista explica asimismo que otra de las singularidades del patio es el brocal del pozo que tiene, que apareció enterrado durante la última obra que Blanca Ciudad realizó en la casa, que fue recuperado y catalogado. “Aparte, esta casa está encajada en el corazón de los Patios, en el Alcázar Viejo, lo que también la hace más atractiva”, sostiene. No olvida tampoco la singularidad de las plantas destacadas que tiene el patio, “como varias decenas de helechos, además de flores llegadas de India y China, sin olvidar los tradicionales geranios y gitanillas, claro está”, puntualiza.
Cuenta la historia que San Basilio, 17 fue desde 1988 la casa de Blanca Ciudad, un inmueble que en su día sirvió como hospedaje a los soldados de las Caballerizas Reales. Y es que se trata de un inmueble del siglo XVIII, reformado a finales del siglo XX. Las edificación del patio es la de un recinto estructurante en segunda crujía con dos galerías de arcos de medio punto de ladrillo. San Basilio, 17 luce hoy como Blanca lo diseñó, tal y como defiende su actual propietario, Juan Bautista Onetti, quien insiste en que al patio lo hace singular su galería primitiva y la construida encima “pensando en las casas castellanas, porque la anterior dueña, Blanca, así lo pensó”. Onetti destaca también del patio su suelo de chino y las 450 macetas con las que cuenta, con una variedad muy amplia, “entre las que sobresalen las gitanillas, los geranios y hasta 20 tipos de helechos, además de las begonias, cintas, la flor de la cera…”.
No obstante, si se echa la vista mucho más tiempo atrás en San Basilio, 17 aparece la figura del posadero que alquilaba las habitaciones de la casa, José Cejudo Lora ‘Padresanto’ y que a los soldados que le ayudaban a pintar tiestos les cobraba más barato. Cuando Blanca Ciudad compró la casa tenía los techos –de leña- hundidos y los suelos encementados. Además, carecía de agua corriente y alcantarillado y un tablao delataba las juergas flamencas que se vivían en el patio.
Blanca Ciudad tardó cuatro años en llenar las paredes de alcayatas para colgar macetas que, al contrario que Padresanto, prefería dejar de color tiesto y a las que aplicaba una pócima mágica para resaltar su brillantez. Ella decía que no las pintaba, que sería absurdo en un patio tan chico, porque quitarían espacio; tan solo les daba con aceite de linaza, con lo que se resaltaba el color marrón. Además, diseñó un recinto acogedor en el que destaca ese pozo con brocal árabe “catalogado por el Museo Arqueológico de Córdoba”, que incluye un rincón dedicado al pintor Julio Romero de Torres y otro al mundo de los toros, en el que colgaba el trágico cartel de la corrida acaecida el 26 de septiembre de 1984 en Pozoblanco con la terna Francisco Rivera ‘Paquirri’, José Cubero ‘Yiyo’ y Vicente Ruiz ‘El Soro’, día en el que Avispado segó la vida del primero de los matadores.
A ese recinto le han puesto banda sonora -en alguna que otra fiesta improvisada o no guitarristas conocidos como Rafael Trenas o reencarnados en artistas anónimos “como una pareja de jóvenes japoneses que imitaban a Lole y Manuel”. Esas músicas le han alegrado la vida a geranios, gitanillas y a otras plantas que forman y han formado parte de un collage vegetal que en el concurso municipal de patios ha obtenido, entre otros reconocimientos, un primer premio en 1973.
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