A martes, 13 de mayo del 2025, por A. P.
Justo tras pasar la puerta de entrada de Frailes 6, a la derecha, una batería sorprende al visitante. «Mi hijo Víctor toca la batería, ya había tenido varias y un día el churrero vino a casa a decirle que vendían una batería muy buena y que se la dejaban muy bien de precio; fuimos a verla y el hombre que nos la vendió nos dijo que era de José Antonio Molina, el primer batería de Medina Azahara. Nos mandó fotos con la batería, porque nos hacía ilusión verlas», comenta Virginia Molina, la propietaria y cuidadora de Frailes 6.
Víctor Urbano, el hijo de Virginia, es estudiante de Percusión en el Conservatorio Superior de Música Rafael Orozco de Córdoba «y actualmente es el batería de Gato Ventura, el hijo de Paco Ventura, actual guitarrista de Medina Azahara», comenta la propietaria y cuidadora de este recinto ubicado en el barrio de San Lorenzo. «Luego pensó comprar otra batería para cuando da conciertos fuera de Córdoba y qué curioso que cuando contactó con una persona para comprarla resulta que era el actual batería de Medina Azahara», detalla.
Justo tras pasar la puerta de entrada de Frailes 6, a la derecha, se puede contemplar ese especial instrumento con el que José Antonio Molina marcaba el ritmo de ese mítico primer gran éxito de Medina Azahara, Paseando por la Mezquita, tema que abría el primer disco de la universal banda cordobesa, LP titulado como la propia banda y lanzado en 1979.
Esa primera formación de Medina Azahara en 1979 fue la compuesta por Manuel Martínez (voz), Pablo Rabadán (teclados), Manuel S. Molina (bajo), José A. Molina (batería) y Miguel Galán (guitarra). De ella tan solo queda el vocalista Manuel Martínez. En 2025/2026 Medina Azahara se está despidiendo definitivamente de los escenarios con la gira Todo tiene su fin, poniendo fin a una carrera legendaria que ha marcado el rock andaluz durante más de cuatro décadas.
Pero no es la única sorpresa que tiene el patio de Virginia. Además de la poesía minimalista de Selene que con una grafía particular cubre cada peldaño de la escalera, un sello de la casa como las siempre presentes plumas de Santa Teresa, este año el patio muestra una maceta con amapolas, símbolo del pueblo palestino, en solidaridad con el genocidio que está sufriendo los desplazados en la franja de Gaza. «Dejo incluso las amapolas marchitas, con los pétalos caídos, porque dan cuenta mejor aún de la tragedia que están viviendo», afirma Virginia.
Y por cierto, vean también en una vitrina un ejemplar de la última edición del libro ‘Córdoba es Patio’, del periodista Francisco Solano Márquez, reencuadernado por el simbolismo que entraña para la casa y con todo el amor y la habilidad de Virginia tras un amplio curso profesional de encuadernación.
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