Escalera del castillo de Belmez Escalera del Castillo de Belmez. FOTO: Diputación de Córdoba

Rincones típicos de la provincia de Córdoba: La escalera del Castillo de Belmez

Este enclave es el actual ganador, en la modalidad de Rincón Típico, del Concurso de Patios, Rincones y Rejas de la Provincia que organiza la Diputación

A domingo, 4 de agosto del 2024, por A. P.

La escalera del Castillo de Belmez es uno de los lugares con encanto que participa en el Concurso de Patios, Rincones Típicos y Rejas de la Provincia de Córdoba que cada mes de mayo organiza la Diputación de Córdoba. Es el actual ganador del certamen en la modalidad de Rincón Típico. Tal y como relató el historiador cordobés Luis María Ramírez de las Casas Deza, saliendo de Córdoba por la nacional 432 en dirección a Badajoz se llega al Alto Guadiato donde, a 70 kilómetros de Córdoba capital, se localiza Belmez «que goza del título de Muy Leal, concedido por Alfonso XI en 1315 por su apoyo durante las luchas por la regencia, y del de Muy Noble Villa, concedido por Felipe II en 1597, quedando finalmente titulada como Muy Noble y Muy Leal.

La localidad es anunciada desde la lejanía por la silueta de su castillo, que se recorta en el horizonte. Desde el inicio de la calle Castillo arranca el llamado Paseo Mirador del Castillo que, recorrido, permite contemplar parte del cerro en el que se asienta la fortaleza que se divisa en la cima. El Paseo desemboca en la calle Santa María desde donde, dirigiéndose a la izquierda de la misma, se llega a una escalinata que, conocida como calle Rafael Canalejo Cantero, en recuerdo del alcalde que la hizo posible, conduce a la rampa escalonada y zigzagueante que, constituida por cuatro tramos, permite salvar la pendiente de la ladera con cierta comodidad y llegar hasta la fortaleza que “estaba en comunicación con el castillo de Fuente Obejuna, con el de Espiel, y por medio de el de Névalo situado en término de Villaviciosa, con el de Almodóvar del Rio”.

Desde el llamado guardián del Alto Guadiato se divisan también los municipios vecinos de Peñarroya-Pueblonuevo, Espiel y Fuente Obejuna. A la fortaleza se llega por esa empinada y zigzagueante escalera que parte desde la calle Rafael Canalejo Cantero. A lo largo de su recorrido se han dispuesto algunos descansillos que permiten recuperar el aliento, y desde los que puede verse la cantera que, en el siglo XIX, a punto estuvo de arruinar este enclave.

De forma alargada, su planta se adapta al terreno sobre el que se asienta, una enorme roca infranqueable por el lado noroeste por un profundo acantilado. Seis torres semicilíndricas dispuestas a lo largo de una muralla con tramos de distintos grosores rodean el recinto interior, en cuyo patio de armas, hoy cubierto de vegetación, perdura un aljibe conocido popularmente como la pisada del caballo, y que, dadas las características del terreno, siempre contiene agua. La torre del Homenaje, de planta pentagonal y once metros de altura, está dividida en dos plantas rematadas en bóvedas de ladrillo. Su interior revela hoy día las desafortunadas y antiestéticas labores de reconstrucción que, sin tener en cuenta el pasado, se realizaron en el año 2001.

El castillo data del siglo XIII, aunque la torre principal y la muralla son posteriores, del siglo XV. Perteneció a la orden militar de Calatrava después de pasar por el Concejo de Córdoba. En el siglo XV Córdoba fue un punto importante en la culminación de la Reconquista. El castillo de Belmez se convirtió en una importante zona de control, pues en la guerra de Granada se pidió ayuda a ciertas ciudades castellanas para poder hacer frente al contingente nazarí.

Uno de los episodios más relevantes de su historia tuvo lugar entre los años 1810 y 1812. Durante la Guerra de la Independencia las tropas francesas se adueñaron del castillo, ocupándolo durante largo tiempo. Tan importante fue para los invasores franceses esta plaza que repararon incluso parte de recinto. La dominación francesa dejó una huella tan profunda en Belmez que sus habitantes prefirieron deshacerse de ese bastión que tan atractivo resultaba para sus enemigos, e intentaron destruirlo. Este castillo fue también testigo de los enfrentamientos entre el general Riego y las tropas realistas.