A miércoles, 14 de diciembre del 2022, por JUAN M. NIZA
El muérdago (viscum album), de color blanco (de ahí el nombre) o rojo, el más conocido, era la planta mágica de los celtas, una especie semiparásita de los robles y otras especies a la que se le atribuían poderes como el de proteger de los rayos, ahuyentar la maldad, ayudar a las mujeres a quedarse embarazadas y crear pociones como algunas afrodisíacas o fórmulas como… ¡La de Panorámix, que otorgaba fuerza sobrehumana a los galos irreductibles! El druida recogía la planta con un corquete de oro en cinco días determinados del año, lo que justamente centró la segunda entrega Astérix y Obélix de René Goscinny y Albert Uderzo: ‘La hoz de oro’. Es más: actualmente la ‘medicina complementaria’, que se tacha de pseudomedicina, aconseja las infusiones de muérdago como remedio para paliar el malestar de la quimioterapia durante tratamientos oncológicos. Mucho ojo, que el muérdago hervido en grandes dosis es muy tóxico.
El caso es que la tradición, sobre todo en Centroeuropa y siguiendo la supuesta leyenda celta, dice dos cosas de besarse bajo una planta de muérdago: que nadie debe negarse a ello si alguien lo intenta (está prohibido ‘hacer la cobra’, como se dice ahora) y, es la otra interpretación, quienes se ‘morrean’ bajo el muérdago quedan unidos para siempre.
¿Y de dónde viene la leyenda? Bueno… hay quien habla precisamente de ese supuesto poder afrodisíaco que le atribuían a las pociones de muérdago los romanos, aún más que los propios celtas. Y segundo, por evocar algunas fiestas religiosas de la fertilidad de esos antiguos pueblos centroeuropeos, celebraciones donde las parejas terminaban ‘perdiéndose’ en los bosques de robles y bajo el muérdago. Sin duda, una eficaz forma de alentar la fertilidad, aunque el muérdago, como imaginarán, poco tenía que ver directamente con ello.
El parecido de sus frutos con el del acebo y con el enebro, que también maduran en las mismas fechas, ha hecho que, llegada la hora de preparar los adornos de navidad en las casas, tanto el muérdago como las otras dos plantan sufran auténticos saqueos en el bosque, ante los que pueden intervenir los servicios de medio ambiente de las autoridades y la Guardia Civil (Seprona). Y es que, ciertamente, una sola persona que recoja una planta no afecta apenas al bosque, pero muchos pocos hacen un mucho. Y no es verdad que el bosque no sea de nadie… el bosque es de todos.
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